No quiero perderme tus barbas de cinco días los trescientos sesenta y cinco del año, aunque haga sol, ni que me recuerdes las cosas que te he dicho y ya se me han olvidado, las cosas importantes, según tú.
Quiero seguir aprendiendo que a las piernas les llamas “patas” y al presentador del Sálvame "el hombre feliz".
Te pones muy gracioso cuando sacas la lengua e intentas hacerme reír, sabiendo certeramente que lo conseguirás y te vuelves sexy cuando gimes en mi oído.
Me gusta poner caras espontáneas porque sé que te gusta y admito que a veces lo hago para que sonrías, te revuelvas bruscamente y sueltes una carcajada.
Me declaro fan de las caritas sonrientes y tú sabes por qué. Me resulta fácil quererte de lunes a lunes, incluso los días festivos, porque tu ropa huele a ti, y esa sudadera azul de MMA… y tu forma de conducir,de desprenderte de tus brazos y de contarme con detalle qué has hecho en el día, de repasar mentalmente lo que has estudiado y finjo que te escucho y mientras miro la forma de tus labios e intento provocarte,que ya sé que tu momento de reflexión diario es en la ducha,que tienes miedo a decir cosas de amor y que Rocky es tu película favorita.
Que los te quieros que nos decimos no son lo más bonito que hay entre tú y yo, que son las cosas que compartimos lo que me hace feliz.
Que podría escribir de miles de maneras tu cara de ilusión y de enfado;que quiero despertarme a tu lado todos los viernes a medianoche y quedarme dormida después de un orgasmo,a veces fugaz, a veces salvaje, a veces romántico, pero siempre tuyo, siempre mío, siempre nuestro.
Que quiero seguir conociéndote todas las mañanas,que no quiero tus días normales,quiero tus días felices y tus días amargos, y no tengo razones comprobables, sólo puedo decirte que sigo enamorada, igual que se enamoran los niños.
Que hoy he aprendido, que puedo vivir sin ti, sin embargo, ya no quiero hacerlo.