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lunes, 22 de diciembre de 2014

Y.



                                    















"Felicidad". Eso es lo que siento al verte aparecer a lo lejos, cuando sé que somos eternos, porque aún me pongo nerviosa al verte , me tiembla la mirada, y sé que sigues estando aquí, bien dentro, porque nunca te fuiste. Entonces llegas, nos sentamos, y aún me tiemblan las rodillas y pongo de excusa que hace frío. Y nos convertimos en Diciembre, llenándolo todo de nieve, de amor. Nos acariciamos... y me encantaría que te quedases a vivir entre mis manos. Me pierdo entre tu cuello, mis ganas. Y siempre serás mi lluvia, porque cuando apareces me desbordas de amor, de vida, por cada vértice. Y me gustaría leerte los lunares de tu espalda, y quedarme a vivir en esos pequeños planetas, que tú conviertes en universos con tu sonrisa. Quien nos ha visto volar sabe que llegamos muy lejos. Y ahora me llevas a pasear por las hojas caídas que adornan la tierra húmeda del parque, y nos miramos, y ya está todo dicho. Y hacemos poesía. Y nos refugiamos del frío, en bar con sillas de madera, y es bonito verte así, feliz, mirándome mientras juegas con el café, mientras ríes, como si la vida fuese fácil, como si fuésemos eternos, y me enamoras aún más. Y es que vales las vueltas al mundo que hagan falta para poder abrazarte por todos los lados, porque te miro y sé que quiero pasar la vida siempre a tu lado, porque las horas muertas llegas tú y las llenas de vida, porque solo necesito cerrar los ojos un poco fuerte para llevarte siempre conmigo a todos sitios aunque no estés. Y es que lo que me haces sentir te lo puedo explicar en kilómetros, en cafés, en canciones, en vasos de colacao con galletas, en besos, y aún así no terminaría de explicártelo. Y cuando me preguntan por mí termino hablando de ti, de nosotros. Y el café ya se termina, y salimos, y ya es de noche, y me invitas a un par de sonrisas de esas que llevas en el bolsillo para regalarme cada día, y nos invitamos a unos escalofríos debajo de las sabanas. Y.